La felicidad no depende de lo que tengo, sino de quien soy.
Cuando nos encontramos a nosotros mismos y comprendemos la grandeza de nuestra naturaleza divina y eterna, hemos encontrado el camino a la paz y a la vida.
Somos capaces de crecer y desarrollar nuestros más profundos diseños.
Es estar bien con uno mismo y con los demás, es vivir cada día agradeciendo la bendición de ser y darse a la vida.
Es vivir sin miedos y la seguridad eterna de solo trascender a un plano más elevado de vida abundante.
Descubre tu Ser en Cristo, tú eres su morada eterna. Somos uno con él.
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